A raíz de la masificación de internet y del fácil acceso a dispositivos móviles, se migró a otro tipo de maltrato en los establecimientos educacionales, el ciberbullyng. En concreto, el año pasado, en la Región Metropolitana se registraron, lamentablemente, 13 suicidios gatillados por maltratos, como el conocido caso de la estudiante  Katherine Winter. Y para enfrentar este tipo de maltrato, en marzo,  la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley que regula el ciberacoso en el ámbito escolar.

Esta nueva ley obliga a los establecimientos a tener un protocolo “preventivo”, y a tener planes o estrategias que fomenten el buen uso de las plataformas digitales y medios tecnológicos. Además definió tres delitos: el acoso o stalking (hostigamiento); hate porn o reverenge porn, que es la revelación de contenido sexual sin el consentimiento; y doxing, que es la difusión no consentida de imágenes o datos personales.

Pero, ¿cómo nos hacemos cargo de este tipo de maltrato? Pienso, que en primera instancia, los padres y madres son los responsables de dotar de buenos valores y actitudes a sus hijos. En tanto, el colegio o la escuela, es la institución responsable de velar y promover una buena convivencia, para evitar y/o frenar a tiempo los maltratos a nivel escolar.  Ahora bien, es fundamental entender que la prevención y/o detección temprana de casos de violencia escolar debe ser una labor de la comunidad escolar, vale decir,  del colegio  y la familia. En suma una tarea de todos y todas.

Mientras en el presente, cada vez nos sorprendemos por los avances tecnológicos, sin embargo, los buenos hábitos, las buenas costumbres y los buenos valores no deben ser como los “artefactos raros del pasado”, sino más bien, hoy más que nunca, deben estar presentes y reforzarse, así promover una buena convivencia transversal a todas las edades.