Una de las graves complicaciones de nuestro planeta está siendo provocada por el bajo reciclaje de material plástico. En cifras, se sabe que menos del 3% de las bolsas plásticas en el mundo se recicla, el resto termina en vertederos, rellenos sanitarios o en el océano.

Nuestro país ya está avanzando para hacer frente a este flagelo mundial, por ello, creó la Ley 21.100, la que  sólo prohíbe el uso de bolsas plásticas en el comercio (minorista o mayorista). Por tanto, las bolsas plásticas para envasar alimentos no están prohibidas; tampoco aquellas cuyo uso sea necesario por razones higiénicas.

A  raíz de esta ley, las grandes empresas quedaron con un plazo acotado para entregar bolsas a sus clientes, y sólo podrán hacerlo hasta el 3 de febrero de 2019. En el caso de las micro, pequeñas y medianas empresas (como los almacenes de barrio) se fijó  un plazo de dos años, estableciéndose que sólo pueden entregar un máximo de dos bolsas por compra; transcurrido ese lapso, regirá la prohibición total.

Será tarea de los municipios fiscalizar su cumplimiento, y quienes sean  infractores se exponen a una multa a beneficio municipal de 5 UTM, sanción que será aplicada por el Juzgado de Policía Local correspondiente. Ahora bien, tenemos una ley y un ente fiscalizador, pero,  qué rol tendremos nosotros como sociedad, de qué manera colaboraremos con el medioambiente local. Finalmente, es responsabilidad y tarea de todos cuidar nuestro medioambiente, ya sea educando a los más pequeños o liderando acciones para aplacar el impacto que deja nuestro propio consumo.