La Reforma Tributaria de la primera administración del Presidente Piñera prometía incrementar los recursos públicos,  financiar la educación de los sectores más vulnerables y de la clase media,  aumento de la tasa de Impuesto de 1ª categoría a un 20%, además de contemplar estímulos y fomento a la inversión  de las PYMES.

Además, estableció los  “impuestos verdes” para incentivar el cuidado del medio ambiente y el reciclaje introduciendo  normas que impulsaban la competitividad. Consolidó el principio de la integración de los tributos,  en que el impuesto que paga la empresa por sus ganancias es un  anticipo del Impuesto que deberá pagar su dueño cuando esas rentas sean retiradas o distribuidas. O sea, tributa sólo si retira. Aumentó el impuesto a los licores superior a 40 grados y  cerró varias exenciones injustificadas y vacíos legales.

En tanto, la reforma tributaria de la Presidenta Bachelet con las leyes 20.780 y 20.899 intentó sustituir el régimen del que no retira no paga, buscando enterrar definitivamente ese régimen, lo que no pudo. Estableció el régimen  de la renta atribuida, otro régimen semi integrado, el IVA en materia inmobiliaria, normas antielusivas, tributación simplificada para pequeñas empresas (y no tan pequeñas), la postergación de pago del IVA y otras tantas modificaciones, en que sólo las instrucciones de la Circular del SII Nº 49 de 2016 tiene 209 páginas, para ayudar a entender los regímenes.

Actualmente, la administración del Presidente Piñera ha postulado la llamada Modernización de la Legislación Tributaria, que apunta a implementar un régimen tributario simple, pro inversión y  empleo, regresando al sistema único e integrado de tributación, aumentando la única tasa de impuesto de 1ª Categoría al 25%, y otras tantas  modificaciones.  Frente a esta modernización, personal especializado de este organismo se opone, y bajo la pancarta han declarado: “Que no te Pasen Gato Por Liebre”,  por ser una iniciativa regresiva y dañina para las arcas fiscales.

Como es materia que debe ser una ley, es el Parlamento quien tiene la palabra final. Entonces,  hace falta una discusión franca, de cara a la ciudadanía. Lo que sí es cierto, y sea usted de cualquier bancada, es que Chile no resiste que cada cambio de gobierno, modifiquemos el sistema tributario. Para avanzar se requiere de una vez por todas, un régimen tributario moderno, simple, con un SII independiente y autónomo y que, entrelineas, no se beneficie a algunos por sobre otros. Ni fisuras que permitan el abuso.