Columna de Opinión. Eduardo Álamos, Abogado Senior de Franco & Cía.

El Impuesto que grava  las ganancias que obtienen las personas y las empresas, es el gravamen de mayor importancia en las economías desarrolladas, ya que es una carga tributaria al resultado del emprendimiento, del empuje y de la creatividad; y no la tributación al consumo.  

Donde existan más derechos y libertades de las personas – derechos subjetivos dicen los juristas – el país es más democrático. Y a veces se produce una contradicción, cuando el mismo régimen democrático no es capaz de reducir y combatir los excesos de las libertades, como  por ejemplo los delitos y el pillaje. Como me decía un amigo “las personas son capaces de renunciar a esas mismas libertades y siguen a quien les ofrece limitaciones a las libertades de las personas, o mano dura”,  tratándome de convencer que no le importaba que se redujeran sus libertades y la de sus hijos, si a cambio de eso pudiera andar tranquilo por las calles, a cualquier hora del día o de la noche, como hace 50 años.

Algo parecido me comentó un comerciante, a quien le habían rechazado algunos gastos de su empresa y que los había rebajado de sus ingresos para calcular la utilidad sobre la cual debía tributar el 25% de ella. El insistía en que eran gastos  en que había incurrido por necesarios para la estabilidad misma de su negocio. Lamentablemente, tales gastos realizados no cumplían todos los requisitos para ser aceptados como gastos deducibles de los ingresos de la empresa, según lo determinado por el funcionario revisor, quien se apegaba a las normas interpretativas contenidas en instrucciones, jurisprudencia administrativa y oficios, dictados por altos funcionarios.

En esta historia, debo recordar que aquel empresario no tuvo un final feliz, ya que invirtió  y gastó hasta lo que no tenía en su negocio para tratar de mantenerse en pie.  Sus gastos no se ajustaban a los conceptos y exigencias de la nueva normativa.

Creo que sólo las leyes modernas, visionarias, propias de legisladores informados, por una parte,  y los jueces de toda una vida, dotada de experiencias y conocimientos, nos pueden ayudar en aterrizar este tema país, que afecta a las personas y empresarios que tributan en Chile.