La Defensoría del Contribuyente no ha sido un tema atractivo a nivel país. Hasta ahora solo hemos tenido un acercamiento, más bien débil; y la Defensoría se levanta como un órgano consultivo, y no como una procuraduría o defensoría administrativa y judicial del contribuyente. Sin embargo, creo que tarde o temprano, va a ser tratado a fondo.

En los temas de impuestos, nunca se ha conocido la opinión representativa, del contribuyente. Simplemente  ha sido un ausente. El Estado moderno, democrático de derecho, en la llamada democracia participativa, todos tienen opinión, los estudiantes, los trabajadores, los consumidores, los usuarios de los servicios de salud, las minorías, los inmigrantes, la tercera edad, los menores, los perseguidos por la justicia, en fin, todos. Pero, cuando hay que tratar los impuestos, el que paga no opina, por lo tanto, nunca se sabe lo que piensa

Al lado de la libertad económica para los particulares, a título de una de las más fuertes garantías constitucionales – lo cual genero la privatización de todas las actividades económicas del Estado hacia el sector privado, con excepción de Codelco  – la Constitución de 1980, le impide Estado realizar actividades económicas, incluso hay recursos y acciones para impedirlo. Por tanto, el Estado  sólo tiene como fuente de financiamiento  los impuestos de sus habitantes  a quienes les grava con impuestos  desde que nace hasta que muere.

Tal vez por eso, uno de los órganos del Estado, de los más importantes, incluso con facultades para dictar e interpretar normas obligatorias, es el SII. Es cierto que al momento de legislar, nuestro Parlamento,  escucha a expertos y colegios profesionales, pero en la calle, en lo cotidiano, el empresario, el comerciante, el emprendedor, se encuentra sólo frente al Estado y sus órganos fiscalizadores. No todos  pueden acceder a asesoría profesional especializada,  la gran mayoría de las  personas,  pequeñas empresas y las personas naturales se encuentran solas ante el órgano fiscalizador.

Ya es hora de tomar en cuenta la necesidades de los contribuyentes. Que el contribuyente se ponga de pie y hable, y que sea escuchado.  Por ello, la actual propuesta de la Defensoría del Contribuyente es una  gran oportunidad. Discutámosla, es lo menos que se puede hacer por el ausente contribuyente.